Se habían equivocado. Que tanta cosa. Esperarían la orden de devolver al pendejo y asunto concluido. Le lavaban la cara con jabón, le `ponían una pomada en la jeta y lo dejaban donde mismo con un lollipop en la mano. Listo el pollo. Tanta cueca con la huevada. En la noche nadie se acordaría. Un cabro que se pierde un par de horas, como decenas todos los día, ¿a quién chucha le podía importar?
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Gente mala
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